¿Qué les puedo decir yo al respecto? No me pertenece. No más que a las demás mentes sarcásticas e iconoclásticas que conforman el pequeño colectivo que más bien parece taxi — de esos vochos con seis o siete güeyes más el chofer.
Hay para quienes el mundo es amargo. Hay quienes lo ven color de rosa. Y habemos quienes vemos más allá de los filtros que les han colocado en las narices. Y puedo decir que hay oasis en el desierto.
No insinúo que seamos superiores. Es más, ni siquiera digo que seamos diferentes. Sólo se necesitan unas preguntas básicas: ¿de quién es la mano que me alimenta?, ¿realmente me alimenta?, y ¿por qué lo hace?
Pero bueno, en este momento yo tiro una bola de nieve cuesta abajo. Ya veremos si se forma o no una avalancha.
Ya saben quienes, por favor pásenme su
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